MADURAR

Se supone que ha medida que vas cumpliendo años vas adquiriendo madurez. Hoy os pido que me concedáis el beneficio de la duda a este respecto, pues, compruebo constantemente que el hecho de sumar años  no es garantía alguna de madurar. Sería lo lógico, sí, pero...
Se dice que la madurez comienza después de la adolescencia, esa complicada etapa del ser humano que se da en llamar así porque adolece de algo, precisamente de madurez. Básicamente, esta etapa se caracteriza por el enorme desarrollo que se da en el conjunto de la persona tanto a nivel físico y fisiológico como es el desarrollo corporal y la maduración sexual, como a nivel de tu formación identitaria con el desarrollo de tu capacidad de elección y de los sentimientos de pertenencia social como, por último, el desarrollo de tu emotividad a medida que vas superando el egocentrismo infantil, la resistencia a la frustración y la polaridad en el manejo de tus emociones.

Son fenómenos característicos de esta etapa; las crisis de oposición frente a todo aquello con lo que no se identifican. Los trastornos emotivos por su constante sensibilidad a flor de piel. Unas expectativas poco razonables tanto sobre ellos como sobre los demás. Sentimientos de inseguridad por falta de confianza en sí mismos. Miedo al ridículo por temor a desagradar. Sentimientos de angustia por la mala gestión de sus responsabilidades. Agresividad por el mal manejo de las tensiones. Sentimientos depresivos que les llevan de la euforia a la tristeza por razones sin peso real alguno... Y narcicismo dada la importancia que le conceden a lo físico y estético.

Os pedía, al principio, el beneficio de la duda, pero es que veréis. Cada vez más, me encuentro con personas mucho más allá de los treinta y de los cuarenta y de los cincuenta que presentan con demasiada frecuencia algunos o muchos de todos estos fenómenos adolescentes que describo aquí arriba y que los presentan por las mismas razones que los adolescentes.
De hecho, solo con mirar un poco en la redes y a tu alrededor te das cuenta que vivimos en la era de la Asistencia Psicológica, del Coaching y de la Guía Espiritual y precisamente, toda esta "ayuda" demandada por adultos, va dirigida a la superación de trastornos que más tienen que ver con la adolescencia que con la madurez.
¿Tendrá que empezar la ciencia a replantearse qué es la adolescencia, qué es un adulto, cuando empieza una o termina la otra o... qué?

Por haber, habrán innumerables visiones, puntos de vista, perspectivas y versiones de lo que es la madurez y madurar. Para mi es más sencillo. Creo que madurar es conocer y controlar. ¿Y que tienes que  conocer? Pues lo que no conoces cuando llegas a este mundo, o sea...todo. Y ese todo se resume en tres cosas; El Mundo, La Vida y a Tí Mismo. ¿Y que tienes que controlar? Pues lo único que puedes controlar; a Ti Mismo.

Cuando digo conocer el mundo no me refiero a conocer el planeta Tierra sino saber qué y quienes manejan de una forma global los destinos de todos y de tí también y conocer cómo lo hacen. Por eso madurar es desarrollar un espíritu crítico de no conformarse con creer lo que te dicen, lo que circula por ahí o la primera corriente de opinión que te metan delante de tus narices. Ser crítico con todo es ser maduro y además es lo que te ayudará a ser prudente y previsor, a saber juzgar y tener sentido común, virtudes éstas; la prudencia, el buen juicio, el sentido común, la previsión, propias de la madurez.

¿Qué es la vida? Esta es una de esas preguntas del millón de dólares. Para mí, la vida es tiempo. Tiempo que debes gestionar lo mejor posible para disfrutar de todo lo que el mundo te ofrece y todo lo que tu eres. Madurar es aprender a aprovechar el tiempo de tu vida, que por cierto es relativamente corto. Todo lo que existe en el mundo tanto la naturaleza en todas sus expresiones como  las personas también en todas sus expresiones son una reserva incalculable de posibilidades para tu autorealización como ser humano. Madurar es aprender que tienes libertad de elegir, pero que esa libertad tiene un precio y que el éxito en tu vida va a depender de tus elecciones lo cual implica que madurar es hacerte responsable, siempre, de tu vida porque las elecciones fueron tuyas. Evidentemente, madurar es aprender de tus malas elecciones en el pasado para no repetirlas.

Madurar es conocernos a nosotros mismos y esta es la parte más difícil porque conocernos implica aceptarnos dado que no podemos renunciar a nosotros mismos. Y claro, aceptar lo que somos en positivo, nuestras luces, aquello de lo que nos enorgullecemos resulta sencillo, pero aceptar aquello que juega en nosotros en negativo, nuestras sombras, lo que nos avergüenza, eso cuesta. Cuesta aceptar que muchas veces no nos hacemos responsables de nuestras vidas no queriendo reconocer nuestros errores ni sus consecuencias y mucho menos pedir perdón. Cuesta aceptar que no controlamos bien nuestras emociones, comportándonos en ocasiones más como adolescentes que como adultos. Cuesta aceptar nuestras incoherencias entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Cuesta aceptar que nuestras acciones siempre van a cambiar algo o alguien. Cuesta aceptar que tenemos varas de medir muy distintas para los demás que para con nosotros mismos. Cuesta aceptar que preferimos aferrarnos a clichés, creencias y esquemas y paradigmas que ya no nos sirven por no hacer el esfuerzo de cambiar.

La madurez es cuando dejas de quejarte y poner excusas en tu vida; te das cuenta de que todo lo que sucede en  ella es el resultado de la elección previa que hiciste y comienzas a tomar nuevas decisiones para cambiar tu vida.    Roy T. Bennett

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