SUFRIMIENTO



Sufrir es una situación o un estado que consume mucho tiempo, mucha energía, mucha autoestima, y aporta poco o nada a cambio. 

Una gran parte del sufrimiento proviene de no aceptar la realidad. La perturbación de las ideas y expectativas que teníamos y no se van a cumplir, son la causa original de la mayoría de sufrimientos. 

Nos han convencido de que tenemos que conseguir éxitos, tenemos que estar bien, recibir alabanzas, ser felices, y es necesario que seamos reconocidos y bien valorados… nos han dicho tantas cosas… y la mayoría de ellas nos las hemos creído. 
Y nos han convencido de que no lograr esas cosas, y no tener o recibir esos bienes materiales e inmateriales, nos tiene que producir, inevitablemente, mucho sufrimiento, porque no conseguirlo todo es haber fracasado. Y es mentira. 

El sufrimiento no está en la vida ni en lo externo, sino en ti, en tu mente. Si quieres sufrir, sufre. Pero asume la responsabilidad de tu sufrimiento y reconoce que viene de ti mismo, de tu enfado contigo mismo por tu impotencia, tu incapacidad y también de tu cobardía, de rechazarte a ti mismo por tu derrota sin lucha, por tu frustración. 
Cuando todo lo que hay a nuestro alrededor está de acuerdo con tu “Yo Ideal” parece que todo va bien. Cuando no coincide con lo que espera nuestro interior, todo se alborota. 
Si fueras capaz de comprender esto, no derrocharías ni un ápice de energía, ni una milésima de tiempo, ni perderías un fragmento de tu alma cada vez que el sufrimiento llama a tu puerta. 
Son tus condicionamientos, y no lo que sucede en el exterior, los que te hacen padecer. Si eres capaz y tienes la valentía de descubrir esos condicionamientos y deshacerte de ellos, tu desarreglo desaparecerá. 

Podemos dividir el sufrimiento en cuatro categorías: 

Sufrimiento Físico: 
“Hablamos de dolor y de otros síntomas que producen displacer. Por ejemplo, una enfermedad, una herida. El mejor camino para abordarlo es la Analgesia y la medicina, aunque el alivio del dolor responde también a estímulos sociales, psicológicos, afectivos…, porque liberamos endorfinas”. 

Sufrimiento Moral: 
“Está vinculado a la ética y relacionado con el mal que hacemos a otros, a nosotros mismos o que nos hacen los demás. Tiene que ver con la culpa y hace sufrir porque habría podido ser evitable. Por ejemplo, la traición de un amigo o una injusticia en el trabajo. Su camino terapéutico es el Perdón, y como tentación, el rencor”. 

Sufrimiento Psicológico: 
“Se da cuando, al valorar las amenazas que tenemos cerca y los recursos con los que contamos para defendernos, nos vemos impotentes para evitarlas o controlarlas. Por ejemplo, la ausencia prolongada de empleo. La clave es el grado de Empoderamiento que sentimos a nuestra disposición para gestionar la amenaza y minimizar su poder”. 

Sufrimiento Espiritual: 
“Nace del vacío existencial, la angustia y la desesperanza ante lo inevitable. El camino terapéutico pasa por buscar un Sentido a lo que vivimos, por la responsabilidad en vivir sanamente lo que no podemos cambiar, e introducir la esperanza y la confianza en el Universo y el futuro”. 

Reconocer que solamente uno es el causante de sus propios sufrimientos es el primer paso e imprescindible para eliminarlos. 
Y esto es muy objetivo: la misma cosa que es causa de tu padecer, a otra persona no le afecta en absoluto, de lo que se deduce que no es la cosa en sí la causante, sino tu modo de percibirla. Simplemente, su modelo es distinto del tuyo. 

Sufrir por un daño físico es lo correcto, porque el dolor en este caso sí existe. Sufrir por un daño que sólo es moral, y sentirlo notablemente y con resignación, me parece menos correcto. Sufrimiento es igual a incomprensión. 
Echarle la culpa a los otros o a lo otro, también es un clásico. Se trata de un mecanismo de defensa psicológico que tiene que ver con no hacerte responsable de tu propia vida, de tu ignorancia y de la propia ignorancia de no saberte ignorante además de tus conductas erráticas derivadas de lo anterior. Pero es una mentira que no ayuda. 
A veces, se utiliza el sufrimiento como chantaje para que los demás se fijen en nosotros y nos presten atención. Esta es una actitud cobarde, indigna y cruel. Ser desgraciado para comprar la conmiseración de los demás es lo más rastrero y autodestructivo que puede hacer una persona. 

Sufrir por una situación es el precio de no haber luchado o no haber lidiado antes por o con ella. La irresponsabilidad de la propia vida es una generosa fuente de sufrimiento. En este sentido, existe un tipo de sufrimiento que sí aporta algo, que enseña algo, aunque generalmente el precio suele ser alto, pero es el que nos pone en un estado personal que exige aprendizaje, resolución y defensa de nuestra integridad emocional. Este es el caso de cuando haciéndonos responsables de nuestros actos, palabras o gestos asumimos sus consecuencias negativas y a través de ese aprendizaje superamos “nuestras culpas” y erradicamos nuestros sufrimientos.

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