STANDBY ESTACIONAL
Desde hace aproximadamente un
mes, y sin que nadie lo advierta de forma explícita, entramos en un estado
psicológico que muchos especialistas definen como "modo standby",
“Modo Espera”. A partir de octubre y
hasta marzo, la mayoría de las personas ingresa en una especie de parálisis y
evita tomar decisiones importantes de vida, como mudarse, cambiar de trabajo o
separarse o iniciar una nueva relación.
La excusa es la inminente llegada
de fin de año, que actúa internamente como un catalizador que retarda la toma
de decisiones y hace posible que estos meses transcurran sin que haya cambios
significativos en nuestras vidas.
Probablemente todos podamos reconocernos
en alguna de estas situaciones. Pero… ¿por qué se da esta limitación
psicológica? Esta inacción que caracteriza a este período de standby que
empieza hacia fines de octubre puede darse tanto por motivos individuales como
sociales.
La idea de caminar con pies de
plomo, por las dudas de que pase algo malo está muy difundida. Entre los motivos individuales, están, sin
duda, la finalización de un año y el inicio de otro y esto atravesado por las
Fiestas y las vacaciones. Las primeras suelen ser movilizantes porque los
conflictos familiares se agudizan o actualizan en estas celebraciones, y en la
segunda la sensación de soledad puede ser profunda"
Entre los motivos sociales, el
final del año, el comienzo de un Año Nuevo, el inicio del año laboral, son
convenciones compartidas por la sociedad. Son momentos que parecen indicar un
comienzo o un fin de algo y, entonces,
es un tiempo propicio para plantearse algún cambio de tipo personal, familiar o
laboral. Pero una cosa es plantearlo y otra es hacerlo realmente".
"Típicamente irse de vacaciones
es un momento en el que uno no quiere complicarse la vida, y entonces es una
buena justificación para no hacer cambios que puedan implicar algún dolor,
miedo o incomodidad. Por eso la gente resuelve tomarse las vacaciones y a la
vuelta ver qué sucede (si seguimos juntos o no, por ejemplo)… que es poco
probable que ocurra. Pero aun así resulta una excelente excusa para poner
en standby cualquier decisión importante o idea innovadora o
renovadora".
Sin embargo, quede claro que entrar
en modo standby no es equivalente a procrastinar. El primero
es un estado que está asociado a la época del año y tiene que ver con
decisiones importantes de vida como separarse, mudarse o cambiar de empleo,
mientras que el segundo es un comportamiento propio de la persona, que posterga
tareas y decisiones sistemáticamente.
La paradoja de la inacción
Si bien es cierto que esta época
del año se caracteriza por la inacción, se da una situación paradójica:
"Muchas personas adoptan una actitud standby, pero con altos
niveles de ansiedad, cuando, en realidad, esta inacción debería ser para “no
calentarse la cabeza”. Es como si tuviesen conectado el freno con el acelerador,
lo que supone un cóctel explosivo.
Entonces,… ¿es recomendable
romper con el modo standby? Depende. Hoy en día hay como un mandato
de que todo debe ser acción y no es así, de ahí viene el agotamiento y el
estrés. Particularmente, me parece importante respetar los ciclos internos y
ponernos en armonía con el exterior. Es lo más saludable. A veces hay
exigencias que no pueden posponerse, por ejemplo, una mudanza, pero si uno
puede elegir, es mejor estar con la máxima potencialidad interna y “en
consonancia con el afuera". En otras palabras, no vale la pena luchar o
resistirse a entrar en modo espera. No hace ningún daño.
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