HUMILDAD INTELECTUAL




La humildad intelectual y la apertura mental, tan poco común en nuestros días, no solo es esencial para mantener relaciones sociales más asertivas y constructivas sino que también nos permite crecer como personas.
La mentalidad abierta es lo que nos salva de la barbarie a nivel social y lo que nos permite progresar a nivel personal. Una mente abierta se encuentra en continuo cambio y transformación, como un río que corre incesantemente. Una mente cerrada se ha atascado y, por tanto, es lo contrario al incesante fluir de la vida.
Solo cuando nos abrimos a nuevas ideas podemos aprender. Si creemos que tenemos la verdad en la mano, solo podemos estar seguros de que no nos moveremos de nuestra postura. Creer que somos dueños de la verdad implica condenarnos al anquilosamiento. Después de todo, se aprende más escuchando que hablando.
Los psicólogos han dedicado años a intentar entender por qué algunas personas se aferran tercamente a sus creencias, incluso cuando les presentan evidencias irrefutables de que deberían abandonarlas, y por qué otras son capaces de adoptar rápidamente nuevas creencias. Intentando encontrar el secreto de la mentalidad abierta desarrollaron el concepto de humildad intelectual. 
La “humildad intelectual” hace referencia a la voluntad de cambiar, unida a la sabiduría de saber cuándo debemos mantenernos fiel a nuestra postura. Es un estado de apertura a las ideas diferentes, mostrándonos receptivos a las nuevas evidencias. Es también un compromiso con la búsqueda de nuevas ideas, aunque estas contradigan las nuestras, es comprometerse a escuchar a los demás prefiriendo el descubrimiento al estatus social.
Psicólogos de la Universidad de Pepperdine indican que la humildad intelectual está compuesta por:   Respeto hacia otros puntos de vista, no ser demasiado confiado intelectualmente,  separar el ego del intelecto y  la predisposición a revisar los puntos de vista propios. 
Psicólogos de la Universidad Loyola Marymount añaden otra característica: la curiosidad, que precisamente, es el rasgo que nos permite mantenernos abiertos a experiencias y puntos de vista diferentes. La voluntad de probar cosas nuevas nos ayuda a abrirnos a otras perspectivas, a veces radicalmente diferentes a la nuestra, y aceptarlas como igualmente válidas.
¿Cómo desarrollar la humildad intelectual? Ante todo, debemos estar dispuestos a abrazar el cambio, lo cual significa reconocer que las ideas que ayer dábamos por acertadas, hoy podrían ser erróneas o quizá insuficientes. Para ello, necesitamos dejar de identificarnos con nuestros pensamientos e ideas. De esta manera no asumiremos las ideas diferentes como un ataque a nuestro ego y podremos valorarlas de forma racional, sin adoptar una actitud defensiva que levante muros en vez de derribarlos. Necesitamos aprender a discutir ideas, acallando nuestro ego. Para alcanzar ese nivel de humildad intelectual necesitamos superar lo que los psicólogos denominan nuestro "prejuicio de punto ciego". Es decir, la tendencia a no darnos cuenta de nuestros propios sesgos cognitivos y pensar que tenemos menos prejuicios que los demás. Necesitamos admitir que nuestras opiniones y las ajenas son solo eso, opiniones que pueden variar según las circunstancias. Así escaparemos a la trampa del egocentrismo intelectual.


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