LA MODERACIÓN
Practicar la moderación o no en nuestra vida no deja de ser un tema controvertido con dos posiciones antagónicas. Siempre hay quien pensará que la moderación no deja de ser un modo de autorrepresión generadora de frustración y que un modo de vida más cercano a los límites es mejor, que irse a la tumba habiendo disfrutado al máximo es preferible a una vida insulsa y sin emociones intensas. Que no se puede, por ejemplo, amar con moderación o confiar con moderación ni imponer moderación a muchas cosas. En fin, sin duda esta es una opción con sus defensores, que al menos en una parte de su vida han practicado el exceso con mucha autoindulgencia. Tal vez, la creencia de que la moderación no es positiva parta del supuesto de considerarla como un punto muerto entre dos extremos. No lo veo yo así.
El universo en su totalidad es un sistema dinámico, pero en equilibrio. A medida que descendemos niveles de concreción, nos vamos encontrando con subsistemas, también dinámicos y en equilibrio. Así, hasta que lleguemos al ser humano que es un sistema infinitesimal (respecto del universo) también cambiante y en equilibrio. Bástenos pensar que un simple desequilibrio bioquímico en nuestro cuerpo puede acarrear serias consecuencias en nuestro organismo, incluso llegar al colapso de éste.
Ésta es la principal virtud de la moderación, que aporta equilibrio.
La moderación no tiene por qué ser un punto muerto ni una rutina constante ni escasez. Acercarnos a los límites, a los extremos, muchas veces puede resultar placentero, agradable y divertido.
Sobre el uso y el abuso es una discusión de la que no me prodigaré. Es demasiado relativa. Hoy se ha acuñado el concepto del "uso responsable", por ejemplo del alcohol. Bien, un coma etílico es lo que es y es malo, pero ponerse "piripi" alguna vez... ¿es malo? Depende, así que fuera discusión.
En general los abusos o excesos puntuales suelen acarrear consecuencias también puntuales, lo cual no quita que una acción "excesiva" puntual no pueda acarrear consecuencias por largo tiempo o te cambie la vida o incluso te lleve a la muerte, sin embargo, en la mayoría de los casos no ocurre así.
Cuando hablo de moderación me refiero a un "valor", una cualidad de acción y por tanto una actitud de vida del individuo. Hablo de la moderación como acompañante de nuestra hoja de ruta.
Existen, a mi modo de ver, tres ejes básicos de gestión susceptibles de gestionar con moderación:
- Gestión de nuestras emociones.
- Gestión de nuestros recursos.
- Gestión de nuestras expectativas.
Gestión de emociones. Es imposible no sentir emociones, nos están abordando continuamente, de todo tipo y de todo grado. Donde entra aquí la moderación es en la expresión externa de nuestras emociones y sentimientos. Las frases que en esta entrada no podían faltar son: "Los extremos se tocan" y "El control de tus emociones es signo de madurez". Así pues, para nuestras emociones negativas convendrá ejercer un control, una moderación a la hora de externalizarlas, de lo contrario, no resultará difícil vulnerar todo tipo de integridades de los demás. Igualmente con los sentimientos y emociones positivas que sin moderación te pueden llevar a muchos puertos no deseables; apegos, subyugaciones del ser amado, superficialidad, vulnerar derechos de los demás...y un largo etcétera.
Gestión de recursos. Nuestros recursos no solo son nuestro dinero, pertenencias y posesiones. Tenemos otros recursos que son intangibles; nuestro tiempo, nuestra capacidad física, nuestra capacidad mental... Siguiendo con el refranero, no puede faltar tampoco aquel que dice: "No se puede estirar más el brazo que la manga". este refrán nos remite al concepto de la prudencia que es o debería ser compañera inseparable de la moderación. Vivir por encima de nuestras posibilidades tarde o pronto nos pasará factura. Así mismo salirnos de nuestra zona de mesura sin tener en cuenta nuestras limitaciones como humanos, desafiando nuestros ritmos circadianos, solo puede llevarnos a desajustes entre nuestros ciclos internos y los ciclos ambientales. En general cualquier conducta que afecte a nuestras necesidades tanto por exceso como por defecto; fisiológicas, de seguridad, de filiación, todas aquellas recogidas en la "Pirámide de Maslow", nos van a crear desequilibrios tanto físicos como mentales.
Gestión de las expectativas. Si bien la esperanza es positiva en tanto que supone confianza en el futuro no lo es tanto la expectativa en cuanto a su naturaleza petitoria y anticipatoria. La esperanza se mueve, por lo general, en el espacio de las "posibilidades razonables". Sin embargo las expectativas suelen corresponderse a futuros escenarios basados en premisas falsas, ficticias, mucho menos razonables. Recientemente leía un maestro oriental que era taxativo en esta afirmación: "El sufrimiento humano siempre deriva del desajuste entre la expectativa y la realidad". Y es que en el anhelo de que se cumplan nuestros deseos resulta muy fácil excederse obviando circunstancias actuales y futuras sobre las que no tendrás control alguno.
Perder esos kilos que te sobran es un propósito de fin de año, es una expectativa en forma de reto personal, pero, especialmente, perniciosas son aquellas expectativas no sobre uno mismo sino sobre los demás. Éstas últimas, raramente suelen cumplirse porque en ellas subyace una premisa errónea; creer que el otro puede pensar, sentir y actuar como nosotros es una quimera.
Otro día hablamos más a fondo de la expectativas.
Así pues, ser moderado, no pasarse de frenada con nuestras expectativas sobre uno mismo y sobre los demás nos evitará muchos desequilibrios y sufrimiento por tanto.
El universo en su totalidad es un sistema dinámico, pero en equilibrio. A medida que descendemos niveles de concreción, nos vamos encontrando con subsistemas, también dinámicos y en equilibrio. Así, hasta que lleguemos al ser humano que es un sistema infinitesimal (respecto del universo) también cambiante y en equilibrio. Bástenos pensar que un simple desequilibrio bioquímico en nuestro cuerpo puede acarrear serias consecuencias en nuestro organismo, incluso llegar al colapso de éste.
Ésta es la principal virtud de la moderación, que aporta equilibrio.
La moderación no tiene por qué ser un punto muerto ni una rutina constante ni escasez. Acercarnos a los límites, a los extremos, muchas veces puede resultar placentero, agradable y divertido.
Sobre el uso y el abuso es una discusión de la que no me prodigaré. Es demasiado relativa. Hoy se ha acuñado el concepto del "uso responsable", por ejemplo del alcohol. Bien, un coma etílico es lo que es y es malo, pero ponerse "piripi" alguna vez... ¿es malo? Depende, así que fuera discusión.
En general los abusos o excesos puntuales suelen acarrear consecuencias también puntuales, lo cual no quita que una acción "excesiva" puntual no pueda acarrear consecuencias por largo tiempo o te cambie la vida o incluso te lleve a la muerte, sin embargo, en la mayoría de los casos no ocurre así.
Cuando hablo de moderación me refiero a un "valor", una cualidad de acción y por tanto una actitud de vida del individuo. Hablo de la moderación como acompañante de nuestra hoja de ruta.
Existen, a mi modo de ver, tres ejes básicos de gestión susceptibles de gestionar con moderación:
- Gestión de nuestras emociones.
- Gestión de nuestros recursos.
- Gestión de nuestras expectativas.
Gestión de emociones. Es imposible no sentir emociones, nos están abordando continuamente, de todo tipo y de todo grado. Donde entra aquí la moderación es en la expresión externa de nuestras emociones y sentimientos. Las frases que en esta entrada no podían faltar son: "Los extremos se tocan" y "El control de tus emociones es signo de madurez". Así pues, para nuestras emociones negativas convendrá ejercer un control, una moderación a la hora de externalizarlas, de lo contrario, no resultará difícil vulnerar todo tipo de integridades de los demás. Igualmente con los sentimientos y emociones positivas que sin moderación te pueden llevar a muchos puertos no deseables; apegos, subyugaciones del ser amado, superficialidad, vulnerar derechos de los demás...y un largo etcétera.
Gestión de recursos. Nuestros recursos no solo son nuestro dinero, pertenencias y posesiones. Tenemos otros recursos que son intangibles; nuestro tiempo, nuestra capacidad física, nuestra capacidad mental... Siguiendo con el refranero, no puede faltar tampoco aquel que dice: "No se puede estirar más el brazo que la manga". este refrán nos remite al concepto de la prudencia que es o debería ser compañera inseparable de la moderación. Vivir por encima de nuestras posibilidades tarde o pronto nos pasará factura. Así mismo salirnos de nuestra zona de mesura sin tener en cuenta nuestras limitaciones como humanos, desafiando nuestros ritmos circadianos, solo puede llevarnos a desajustes entre nuestros ciclos internos y los ciclos ambientales. En general cualquier conducta que afecte a nuestras necesidades tanto por exceso como por defecto; fisiológicas, de seguridad, de filiación, todas aquellas recogidas en la "Pirámide de Maslow", nos van a crear desequilibrios tanto físicos como mentales.
Gestión de las expectativas. Si bien la esperanza es positiva en tanto que supone confianza en el futuro no lo es tanto la expectativa en cuanto a su naturaleza petitoria y anticipatoria. La esperanza se mueve, por lo general, en el espacio de las "posibilidades razonables". Sin embargo las expectativas suelen corresponderse a futuros escenarios basados en premisas falsas, ficticias, mucho menos razonables. Recientemente leía un maestro oriental que era taxativo en esta afirmación: "El sufrimiento humano siempre deriva del desajuste entre la expectativa y la realidad". Y es que en el anhelo de que se cumplan nuestros deseos resulta muy fácil excederse obviando circunstancias actuales y futuras sobre las que no tendrás control alguno.
Perder esos kilos que te sobran es un propósito de fin de año, es una expectativa en forma de reto personal, pero, especialmente, perniciosas son aquellas expectativas no sobre uno mismo sino sobre los demás. Éstas últimas, raramente suelen cumplirse porque en ellas subyace una premisa errónea; creer que el otro puede pensar, sentir y actuar como nosotros es una quimera.
Otro día hablamos más a fondo de la expectativas.
Así pues, ser moderado, no pasarse de frenada con nuestras expectativas sobre uno mismo y sobre los demás nos evitará muchos desequilibrios y sufrimiento por tanto.
La falta de moderación es causa, muchas veces, de que el bien se convierta en mal
y de que la virtud se convierta en vicio. San Ignacio de Loyola
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