AMISTEX O LA FERIA DE LAS CONFUSIONES ( I )
Las relaciones de
amistad entre excónyuges o exparejas suponen, hoy por hoy y en nuestra
sociedad, un tema controvertido no exento de encontradas opiniones, desde los
que piensan que son beneficiosas hasta los que opinan que son imposibles y/o
poco sanas.
Antes de seguir
adelante convendría recordar qué es una relación de amistad, que es aquella de
afecto, simpatía y confianza, basada en el desinterés y la benevolencia y de
respeto hacia la intimidad y diferencias del otro. (Por favor, no pierdan de
vista esta definición).
Sociológicamente
nos encontramos con diferentes tipos de relaciones, colaborativas entre
compañeros de trabajo, correctas con vecinos, cordiales con conocidos, de
confianza y afecto con amigos, familiares y sentimentales de pareja. Cada uno
de estos tipos es una categoría diferenciada, con elementos que le son propios
y otros extraños aunque entre ellas se compartan algunos.
Si alguien dice; mi
compañero (de trabajo), mi vecino, mi amiga, mi pareja, un conocido o mi
hermano, en base a nuestro imaginario social, parece que todos coincidimos, en
alto grado, en qué elementos forman y no forman parte de cada categoría de esa
relación y así, automáticamente, reconocemos de qué grado de confianza, afecto
o compromiso… estamos hablando.
Sin embargo, si
alguien dice: “mi expareja”, parece que ya no resulte tan sencillo discernir el
grado de afecto, o confianza o que elementos son propios o extraños de este tipo de relación. Atendiendo a que una expareja se genera a partir de un proceso de
divorcio o separación y que en todo caso es un proceso de ruptura sentimental
parece que la palabra amistad no encaje en la ecuación ya que estos procesos
cursan con desencuentros, desafección, desamor, enfado, litigios de todo tipo,
rompimiento de compromiso y todo un abanico de emociones negativas.
No obstante,
nuestra sociedad avanza y a medida que el divorcio y las rupturas de pareja son
un fenómeno social mayoritario, poco a poco se va normalizando y me refiero a
que con esta “normalización” se va generalizando y ajustando un modelo común,
aunque en mi opinión aún nos queda mucho por andar en este sentido considerando
que las exparejas son algo sociológica y relativamente nuevo.
Me
encuentro en la red con un nuevo neologismo para nombrar las relaciones de
amistad entre exparejas: “amistex”. Esto es importante, es importante acuñar
nombres nuevos para nombrar cosas nuevas. Que algo tenga un nombre diferenciado
para referirse a ello, supone darle entidad, acotarlo y definirlo. Decía antes
que cada tipo de relación conforma una categoría diferenciada, pues bien, no
tengo la menor duda que las amistex también son una categoría aparte, poco
definida aún, pero aparte.
Lo
que está ocurriendo actualmente, y en este sentido es hacia donde parece que
avanza nuestra sociedad, es que una vez superado el trauma de la ruptura, se tiende
a restablecer relaciones de “amistad” con nuestras exparejas porque es lo más civilizado o eso es lo que se cree, veremos. No en todos los
casos, pero en un número cada vez mayor sí. Es más, existe una corriente de opinión
popularmente generalizada, que atribuye al hecho de tener relaciones de amistad con
tu expareja que el inevitable duelo de la ruptura ya está totalmente superado. ¿Pero es esto cierto? ¿Ocurre
realmente así?
Veamos,
en el momento actual, ya nadie opina en contra de que unas relaciones cordiales
y afables con tu expareja es lo correcto y conveniente, tanto para ambos como
para los hijos si existen, la familia y los amigos, pero esto situaría esta relación
cercana al tipo de “conocidos” ya que las de amistad son más exigentes en
cuanto a los elementos que la conforman.
Las
amistex son desde hace tiempo objeto de interés y estudio desde una perspectiva
tanto sociológica como psicológica, prueba de ello, son las investigaciones y estadísticas de no pocas
universidades y los estudios de expertos
sociólogos y psicoanalistas en esta materia.
Hace
tiempo bauticé este tipo de relaciones como “La feria de las confusiones”. Por
experiencia propia y ajena, he ido constatando, una y otra vez, que algo tan
aparentemente esplendoroso como una feria, como es recuperar la amistad perdida
con tu expareja, suele tender a la confusión en todas sus acepciones, en tanto
que; a la falta de claridad y orden, en tanto que a equivocarse al tomar una cosa por otra
y también al desconcierto y consiguiente desasosiego tanto en uno mismo como en
tu entorno humano al no saber cómo reaccionar ni responder ante determinadas
situaciones o demandas de este tipo de relación.
“No es oro todo lo que reluce”, porque así es
como sucede en las relaciones de amistad con exparejas.
Decía
que existe la opinión generalizada de que si dos exparejas mantienen una relación
de amistad es indicador de que han superado la ruptura. Así es como oímos, en
la calle, comentarios como los
siguientes: “Hay que ver qué bien llevan el divorcio”, “Han quedado como
amigos” “Es lo mejor, lo más maduro”, “Han superado totalmente la ruptura”, “Lo
hacen por los hijos”…etc. Pero no nos
quedemos en la superficie y a continuación veamos si esto es así o no y que
subyace en el trasfondo de estas relaciones.
Pensemos, sin embargo, que toda ruptura causa dolor y por tanto aparece un duelo. Las rupturas de pareja son
uno de los duelos más difíciles de superar ya que la otra persona se aleja de
nosotros pero no desaparece. Quizás veremos cómo rehace su vida o nos la
cruzaremos en lugares de ocio, veremos a su familia o amigos o simplemente nos
hablaran de él/ella.
Superar
un duelo conlleva trabajar para superar los objetivos que el propio duelo nos
propone y que son los siguientes:
1.
Gestionar las emociones. 2. Adaptarse a una nueva vida con su ausencia. 3. Recolocar
emocionalmente al ausente. 4. Reconstruir tu autoestima y 5. Aceptar la realidad de la pérdida.
Como
podéis ver, no es poca la labor que nos presenta la superación de un duelo. Avanzar
en el duelo supone “soltar” y no quedarse aferrado, pero… tanto a aquellas cosas que tenías cuando la
relación aún existía y era buena como las que fueron apareciendo a medida que
se iba deteriorando, como a aquellas que se generaron en el propio proceso de
ruptura. Así pues, podríamos hablar de amor y cariño de apoyo y compañía, de
sexo, de estatus, como también de decepción y tristeza como de rabia, rencor o culpa o
beligerancia…
¿Qué
nos dice la ciencia? Pues mucho y todo en contra de las creencias populares. Dejemos
claro que cuando hablamos de amistad entre exparejas, no nos referimos a
contacto periódico, con respeto en el trato, y con cordialidad en la resolución
de asuntos que les son aún comunes (hijos, negocios…), sino a actos que
trascienden lo anterior y que serían
propios de las categorías de familia, de amistad o de pareja.
La
ciencia nos dice que una amistad “sana”, funcional, sólida y duradera entre
exparejas es poco menos que imposible. Concretamente cifra en un 90% el índice
de fracaso y el 10% restante de éxito se da en casos muy específicos que son
los siguientes; parejas que con anterioridad a serlo ya tenían un largo
historial de amistad, parejas cuya relación fue efímera, de apenas meses y
parejas cuya relación tenía un fuerte componente de amistad pero el componente
afectivo era escaso o nulo. Pero, es que además siempre y cuando la ruptura se
produjera de forma mutua y amistosa.
Tal
vez para disgusto de algunos, lo que también nos dice la ciencia es que la
“amistex”, ni es lo mejor, ni lo más maduro, ni de lejos es indicador de haber
superado la ruptura, ni el motivo es el bienestar de los hijos.
Lo
que nos dice también es que cuando una persona divorciada o tras una ruptura
sentimental, se ocupa de su vida, de sus asuntos como trabajo, economía, familia e
hijos, amistades, salud (física y mental), ocio y relaciones sentimentales y
mantiene un contacto respetuoso pero el justo y necesario (según
circunstancias) con su expareja, es síntoma claro de que ha superado la ruptura
o al menos que está superando correctamente el duelo, porque el duelo a fin de
cuentas es soltar y dejar atrás el pasado, o sea, “Desapego”.
Así
es, de
hecho, estadísticamente la cantidad de gente que no ha superado la ruptura es más habitual entre aquellos que
siguen en contacto con la ex pareja que entre los que han hecho borrón y cuenta
nueva. Esto indica que cortar del todo
con alguien no es una opción tan inmadura como muchos creen, sino una forma
eficaz de no amargarse la vida mutuamente y evitar confusiones y quebraderos de
cabeza.
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