VIVIR SIN MIEDO


¿Qué pasaría si pudieras vivir sin miedos y sin temores? ¿Cómo sería una versión de ti que no conociera el miedo? ¿Es posible no tener miedo a nada? Ya lo creo que es posible.
Cada vez más personas toman una decisión, la de vivir sin miedos, lo que las convierte en otras personas, en una especie de versión mejorada de lo que algún día fueron. Se han atrevido a comenzar de nuevo. Vivimos en un momento de la historia apasionante y decisivo. Un período de cambios exponenciales en lo económico, en lo social, en lo personal y en lo espiritual. Es un momento en el que si queremos salir adelante, tenemos que atravesar un profundo proceso de transformación.
El miedo forma parte indispensable de nuestra vida. No en vano, se trata de una reacción ligada a nuestro instinto de supervivencia: por ejemplo, tiene sentido que el agua o las alturas asusten a algunas personas porque tanto en una como en otras podemos sufrir un accidente. Pero cuando el miedo nos paraliza, nos lleva a la inacción, como cuando evitamos viajar en avión por miedo a volar o rechazamos la oportunidad de dar un discurso importante por miedo a hablar en público, entonces sí, sentir miedo puede ser un problema que limita nuestras vidas.
Vivir sin miedos apela a nuestra responsabilidad. Pero ello, más que ofrecer soluciones nos formula preguntas: son las preguntas necesarias para poder vivir con confianza, con satisfacción y bienestar y para encontrar el sentido de nuestras vida.
Una de las cosas que más tristeza me produce son las personas que teniendo ocasión de hacerlo, no viven. Personas que no viven plenamente por miedo a vivir. Que se dedican a sobrevivir sin moverse de la foto, anclados en su zona de confort, pero no por ello confortablemente instalados. Sólo conformados, que no es lo mismo que cómodos ni satisfechos con sus vidas.
La vida no siempre es fácil y el cambio tampoco lo es. El cambio, muchas veces duele. Salir ahí fuera y atreverse a hacer algo distinto a lo que estamos habituados a hacer es un riesgo. No sabemos qué va a suceder  No sabemos si el resultado será satisfactorio o no. Ante esa incertidumbre algunas personas se convencen, aunque no sea cierto, de que están bien como están. De que más vale malo conocido que bueno por conocer. Fuerzan su mente a evitar la disonancia cognitiva, su paradoja existencial o nudo mental y se acaban creyendo que están ante la mejor opción, que su vida no puede ser de otra manera, que cualquier otra opción sería peor, etc. Aunque en realidad no lo han probado, no pueden saberlo. Sólo se han convencido de ello para no tenerse que mover del sitio.
¿Cómo superar el miedo? He aquí algunas estrategias:
-          Admite tus miedos
La primera medida que debemos adoptar si queremos desprendernos de nuestros miedos es admitir  quelos  tememos y a qué. Prueba a decir en voz alta “me da miedo…” y verás al instante cómo te sientes más aliviado. Pero no sólo eso: reconocer nuestras fobias nos ayuda a descubrir cuál es su origen y, por tanto, a hallar maneras de superarlas. Además, existe la posibilidad de que cuando nombres en voz alta tus miedos caigas en la cuenta de que ni son tan importantes ni asustan tanto como creías en tu interior, y ese será otro gran paso para dejarlos atrás.
-          Todo es relativo
¿Tienes miedo a que tu jefe no acepte tus propuestas? ¿A que tu pareja rechace tu nuevo aspecto? ¿A quedarte en blanco frente a un auditorio abarrotado? ¿Y? ¿Qué es lo peor que te puede pasar? ¿Que te despidan, que te abandone o que se rían de ti? En el primer caso, tendrás la oportunidad de buscar otro empleo que sí satisfaga tus expectativas; en el segundo, saldrás de una relación que quizá no era la más sana; y en el tercero, pasarás un mal trago, pero acabarás olvidándolo. Como ves, todo tiene solución, o dicho de otro modo, todo depende del punto de vista con que lo mires y de la actitud que adoptes.
-          El futuro aún no ha llegado
Tenemos una media de 50.000 pensamientos negativos al día. La mayoría pertenecen a situaciones que ya ocurrieron o a las que todavía están por suceder. En estas últimas el miedo es el detonante: aquello que nos asusta se cuela en nuestra mente con bastante frecuencia. Pero la realidad es que la posibilidad de que aquello que tanto tememos finalmente ocurra es muy, muy pequeña. Entonces, ¿por qué desperdiciar nuestros pensamientos en ello?
-          Cultiva la autoestima
El mejor recurso contra el miedo es la seguridad en uno mismo, y esto se consigue si cultivamos nuestra autoestima, si apreciamos nuestras cualidades y nos queremos un poquito. Un ejemplo: el miedo al fracaso llega cuando nos centramos en nuestras debilidades en lugar de en las fortalezas.
En definitiva, la única manera de superar el miedo es convencernos de que somos capaces, porque de otro modo estaremos tomando el camino de sobrevivir, es decir, de vivir “una vida no vivida” y pronto llegará la ansiedad para avisarte de tu conflicto interno; “no tengo la vida que quiero, pero tampoco hago nada para cambiar” y a partir lo que llega es esa tensión mental física y emocional es decir: el estrés y ese ya es el camino de la enfermedad.

“Todo lo que siempre has querido, está al otro lado del miedo”.

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